EL Rincón de Yanka: ⛪ CAOS Y RIDÍCULO DE LA IGLESIA JERÁRQUICA ESPAÑOLA

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miércoles, 22 de noviembre de 2017

⛪ CAOS Y RIDÍCULO DE LA IGLESIA JERÁRQUICA ESPAÑOLA


Caos y ridículo de la Iglesia española
Las crisis nos brindan la oportunidad de medir nuestra capacidad de estar a la altura de las circunstancias.
La Iglesia católica en España no ha estado a la altura de las presentes circunstancias históricas.
La Iglesia católica en España viene arrastrando graves disensiones internas dentro de su jerarquía desde hace décadas. Que los trapos sucios se laven en casa, ha sido la estrategia sostenida durante décadas por nuestra jerarquía. Esta estrategia, funcional pero ineficaz, se ha extendido también entre los miembros del clero y del laicado comprometido. Y así, ante situaciones de extrema gravedad internas o externas, vamos dando bandazos y teniendo una nula y frustrante falta de protagonismo en nuestra sociedad.

Situaciones de tensión política y social como las actuales en España, hacen imposible la no exigencia a las instituciones de una postura definida y cargada de autoridad, en su caso, moral, si nos referimos a la Iglesia católica, que orienten la reflexión, ya de por sí escasa, de una sociedad española vapuleada emocionalmente por los acontecimientos y la sobre información.
La Iglesia católica en España ha sido incapaz tras la muerte de Tarancón, de ejercer eficazmente un liderazgo moral en la sociedad española, un liderazgo que le corresponde por su significancia social e histórica.


La democracia española está madurando. La Democracia es una construcción racional y no emocional regida por el imperio de la Ley.
La ley previene frente a abusos e imposiciones. Es la mejor defensa del débil frente al fuerte. Los conflictos poseen una solución jurídica y no demagógica. La democracia es una construcción racional, y las emociones deben someterse a la Ley para que una sociedad pueda soberanamente construirse y no auto-destruirse.

La CEE ha optado por la “diplomacia” interna, la indefinición externa, y la tibieza en todas partes, porque con carácter general o se ha optado por el mutismo, por la equidistancia o por el compromiso abierto con el proceso secesionista. En una situación de grave división social, de crisis política sin precedentes en los últimos cuarenta años, la tibieza no tiene excusa y la complicidad política tampoco.
Una parte del clero catalán ha olvidado gravemente que sólo existe una Iglesia, la Iglesia EN Cataluña. No existe la Iglesia de Cataluña, como tampoco la Iglesia de España, sino la Iglesia en España.
Tibieza o complicidad abierta con el secesionismo, han comprometido y dañado gravemente la posición de Autoridad moral de la Iglesia católica en España.
Muchos lamentamos hace tiempo la falta de protagonismo y liderazgo de la Iglesia católica en nuestra sociedad. Es hora también de analizar las causas de tan grave enfermedad moral.

Desde Trento, existe una dominante Iglesia en España que adolece de un paralizante clericalismo en su vida eclesial. La Iglesia vive sobre todo para sí, para sus comunidades, y poco para fuera de sí, para su sociedad.
En el otro extremo nos encontramos con una Iglesia que se tira al monte entregada al mundo en el que vive y sus valores. Y aquí nos encontramos con el clero políticamente militante que parecía extinguido desde los años convulsos que siguieron al Concilio Vaticano II.

Existe también un clero y un laicado practicante (entre el que me incluyo) que afrontamos los acontecimientos sociales con cierta esquizofrenia. Se carece de formación para el análisis político (y por eso recurre a la ideología) y no se recurre suficientemente al discernimiento (del que surge la Doctrina). Se hace difícil delimitar donde termina la Ideología y donde empieza la Doctrina. Por otra parte, cualquier forma de actuar en la realidad desde la Ideología o desde la Doctrina, puede anular la acción de Dios y su Providencia a través de ella, que es rebelde frente a esquemas, ideas y doctrinas preconcebidas. Todos participamos de la generosidad con la que el Espíritu Santo reparte sus dones a quienes le invocan y por eso, debemos esperar contemplar la realidad con clarividencia.

¿Es tan difícil que los católicos en España nos demos cuenta de que nuestra misión es reconciliar una sociedad dividida y enfrentada y, señalar y luchar contra las causas que provocan tanto odio y división?
Cunde la división, el odio, el resentimiento y el enfrentamiento sociales. Y ello en parte porque contamos con una de las peores clases dirigentes de nuestra Historia, y en parte también porque estamos inmersos en una dictadura cultural de las emociones, que hace que reaccionemos como adolescentes, sin reflexionar y sin asumir de forma madura que existe una realidad que no tiene por qué agradarnos siempre. No podemos crearnos realidades virtuales o abandonarnos a pos-verdades que destruyen nuestra personalidad porque nada se construye fuera de la realidad y sobre mentiras. Se construye desde la razón, los cristianos además desde la oración, y no desde las emociones.

Esta crisis ha presentado públicamente dos Iglesias, una cobarde y otra temeraria. Ninguna de las dos es evangélica ni profética, porque han sido escandalosamente indiferentes al odio, la división y el enfrentamiento existentes entre familias, vecinos, amigos y compatriotas.
La Doctrina social de la Iglesia es para pobres y ricos, para débiles y poderosos, para secesionistas y unionistas, para progresistas y conservadores. Es un instrumento del Evangelio para humanizar las relaciones humanas. La Doctrina social de la Iglesia sigue siendo despreciada por nuestra jerarquía y clero.


La Iglesia en Cataluña ha faltado a su compromiso con la reconciliación de una sociedad rota, dividida y enfrentada. Ha confundido su servicio al Pueblo de Dios en Cataluña con el servicio a una ideología política, el nacionalismo, que es idolátrico y excluyente, y que en Cataluña ha desplazado a la Fe integradora y reconciliadora. Ha confundido el compromiso con su Pueblo con la pertenencia a él. Sólo se puede pertenecer a Cristo. Su compromiso es con su Pueblo, el de Dios, no el de la comunidad política. La grave crisis religiosa en Cataluña pude explicarse desde este fenómeno, donde la Fe en Cristo ha sido sustituida por la fe en la identidad excluyente y supremacista en la nación catalana.

La Iglesia en España, clerical, narcisista, escapista y dividida, no ha estado a la altura profética de los tiempos, como sí supo estar la liderada por Tarancón en su momento.
La crisis de liderazgo en la sociedad civil española, si exceptuamos al Rey, que sí ha estado a la altura, también afecta a la Iglesia católica española.
Mientras España se enfrentaba en las calles, en las tribunas y en las redes sociales, los obispos arreglaban sus diferencias en la sacristía.

España es el resultado de una Historia de integración de pueblos y sus élites, pero también es una comunidad de fuertes intereses y lazos afectivos, y como tal es un sistema de valores que se ha construido históricamente respetando su diversidad y desde las bases de una cosmovisión católica. La Persona no puede subordinarse a poderes temporales ni a ideologías que traten de suplantar la acción libre de su conciencia, espacio soberano, soledad en la montaña, donde Dios se comunica con el ser humano. La identidad cultural de este viejo país se ha construido desde una antropología cristiana.

Desde esta antropología donde la igualdad de los hombres ante Dios es igualdad de los hombres ante la Ley, nació en León en 1.188 el primer parlamento mundial, se otorgan fueros y libertades a los que asumían los riesgos de la repoblación en tierra reconquistada al Islam, se limitan tempranamente en comparación con el resto de Europa derechos feudales y señoriales, se crean Leyes de protección de los nuevos súbditos, no esclavos, de las Indias, se instituyen provincias y no colonias en ultramar, y se promulga la tercera constitución moderna del mundo en 1.812 en Cádiz, con diputados provenientes de todas las Españas y de ambos hemisferios, naciendo la Nación española, que no es ni puede ser patrimonio de ninguna familia ni persona, ni idea totalitaria.

España no fue históricamente un proyecto forzado. El hecho de que una minoría no lo crea así no cambia su Historia, todo lo contrario, la refuerza.
España, construida desde la fraternidad entre pueblos diferentes desde hace siglos, es un Bien Jurídico y un Bien Moral. Y el que pretenda lesionarlos saltándose las leyes y quebrando la histórica convivencia que fundan, delinque y separa, peca.
COHERENCIA SEÑORES OBISPOS CON SU PROPIA DOCTRINA. Y empleen la autoridad para rectificar y hacer rectificar. Lamentablemente lo hacen a destiempo y con su imagen y autoridad dañados.

VER+:

CARTA SOBRE EL NACIONALISMO CATALÁN